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Una parte fundamental en la lucha es la problemática educativa que se presenta en los niños, paralelamente a la dificultad central de la familia. Cuando los padres se encuentran inmersos en los conflictos diarios, los hijos viven comúnmente, situaciones de abandono. De allí, al desmoronamiento y el camino hacia lo marginal, es solo cuestión de tiempo. Yad Eliezer acompaña niños y jóvenes en esa situación a través de un equipo de instructores y educadores profesionales, evitando así, un derrumbe más o un fracaso más profundo.
El Proyecto de Educadores se constituyó en base a años de trabajo con las familias. Se implantó para llenar un enorme vacío y una necesidad vital en muchas familias que, muy lamentablemente, se percatan del problema cuando ya es demasiado tarde.
La gente de Yad Eliezer se contacta con familias en problemas. Hay familias que sus conflictos perduran por años: un hijo enfermo, una madre no activa, dificultades económicas desesperadas. Mientras que hay otras familias que pasan por épocas conflictivas: un año, dos años difíciles, y todo vuelve a ser como antes.
¿Como antes? No exactamente. En muchos casos se suman efectos colaterales duros y tristes, y dejan cicatrices que recordarán las malas épocas hasta las próximas generaciones: un niño, un o una joven que no lograron resistir las necesidades del hogar, la falta de presencia de sus padres, el temor que acompaña a la miseria. Un muchacho que se unió a los jóvenes callejeros buscando atención y respeto. Un niño que presenta una enorme disparidad en el nivel de sus estudios, fruto de su falta de concentración, por sus penas. Una joven que apenas aparece en la escuela, por vergüenza. Un hermano arrastra a otro hermano, un amigo trae otro amigo.
En Yad Eliezer saben que para rehabilitar una familia es indispensable salvar a los niños. Ellos no precisan demasiado: solo alguien que los oiga, un pequeño empujón en los estudios, tiempo dedicado a ellos, un poco de amor. Un increíble emprendimiento de miles de instructores e instructoras acompaña a cada niño necesitado durante todo el año. Tres encuentros semanales, días de estudios y de aventuras, club de recreación para desconectarlos de sus angustias diarias. Pequeñas cosas que renuevan las fuerzas agotadas. Que permiten soñar con un futuro mejor.
La solicitud para recibir un educador-instructor, por lo general, viene por parte de las instituciones de enseñanza donde concurren los niños, o parientes o amigos. Cada solicitud es estudiada por una asamblea de profesionales en educación, quienes la autorizan y contactan al niño con el instructor. Se elegirá el más apto y más oportuno en relación a la mentalidad, zona de residencia y posibilidades, según la necesidad. Durante todo el año, los instructores presentan un informe mensual y general ante el coordinador que inspecciona el proceso y progreso del niño.
Es un mérito para ti, ser parte de este magnífico emprendimiento.