Preocupación verdadera de un padre

Los tutores de Yad Eliezer trabajan con devoción por todo Israel y luchan por las vidas de cientos de jóvenes en riesgo con el propósito de convertirse en un apoyo estudiantil y emocional para ellos.

Preocupación verdadera de un padre

He aquí la historia de uno de nuestros tutores, que actuó con valentía y devoción para cuidar del joven a su cargo, que se encontraba en riesgo real.

Cuando David estaba en 2do grado se le asignó un tutor de Yad Eliezer. La situación en la casa no era nada fácil: el papá de David se encontraba muy débil emocionalmente y su mamá se enfrentaba sola con la tarea de mantener la casa y traer el sustento, con los hermanos mayores, quienes ya habían dejado el colegio y divagaban por las calles y con un problema médico leve.

El tutor, un hombre agradable y cariñoso en los años cincuenta de su vida, cuidó de David y lo colmó de mucho amor, más allá de las horas de tutoría fijas.

Quién se preocupará por David?

Cuando David estaba en 5to grado la situación en la casa empeoró mucho más: El papá de David fue internado en un hospital psiquiátrico y la mamá estaba a punto de desmoronarse ella también. David comenzó a divagar por las calles así como sus hermanos mientras que nadie tenía idea de cuándo se iba y cuándo volvía, por dónde merodeaba o si acaso visitaba el colegio alguna vez.

El tutor de Yad Eliezer sintió una verdadera preocupación por David. En coordinación con el Departamento de Asistencia Social de Israel (Lishkat Harevajá), pidió convertirse en la familia adoptiva de David.

Preocupación verdadera de un padre

Dos años pasaron desde entonces y David creció en la casa de su tutor como un hijo en todos los sentidos. Tiene su cama y su armario propios, que le sirven para guardar su ropa y libros de estudio que le compró su “nueva” mamá. David se convirtió en un participante activo en la vida familiar: frecuentemente era invitado a visitar a la “hermana” casada y pasó a ser una parte inseparable de todas las otras actividades familiares.

El año pasado contrató el tutor a un profesor particular. David no había estado en condiciones de ir a clases o estudiar por un largo período y había una diferencia de dos años en el nivel de estudios que se encontraba en comparación con los chicos de su edad. El tutor sintió que las horas que el compartía con David deberían ser momentos en que se relacionara como un padre y no como un profesor, que sería mucho mejor que esos momentos los compartieran disfrutando, conversando, jugando o haciendo cualquier otra cosa juntos. Un profesor particular lo podría ayudar a avanzar en su retraso de estudios. El año pasado el tutor pagó un tratamiento psicológico masivo; dicho tratamiento ayudó a David a procesar esos años tan difíciles de su niñez y a llegar a la adolescencia de una manera más íntegra, estructurada y estable.

Sólo que no pare de cantar!

Esta semana, escuchó a David la “nueva” mamá cantando para sí en su cuarto. Le vino a la mente la imagen del David abandonado y desesperado que conoció unos años antes… y a la voz de ese canto ella elevó sus súplicas al cielo para que David continúe creciendo, floreciendo y convirtiéndose en un hombre íntegro, en un hombre que pueda darle a sus hijos una niñez buena y saludable, mejor que aquella que él vivió.

¡Aporten ya!